martes, 5 diciembre, 2023
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Las políticas de juventud no pueden esperar

Es posible que cuando uno deja de ser joven, no sea consciente de lo esenciales que son las políticas de juventud, y la sola consideración de la juventud como un colectivo específico al que atender con iniciativas de calado. Los últimos años, con el encadenamiento de diferentes crisis globales y rurales, la falta de oportunidades para crear de manera consistente un proyecto de vida, son el principal problema de la juventud, que afectan directa o indirectamente a la salud integral, a la ilusión, al entusiasmo con que enfrentarse al mundo, incluso a la participación política. Una persona joven sin proyecto es una pérdida para la sociedad por sus valores y dinamismo y al mismo tiempo un potencial usuario de atención sanitaria, social y económica.

La existencia de Direcciones General y concejalías de Juventud, incluso del Instituto de la Juventud de España, son señales de que estamos ante un colectivo importante. Observando los datos que leemos cada día en la prensa, ya sean informes públicos o de entidades no lucrativas, incluso de universidades, no nos permiten ser optimistas, en ninguno del ámbito se está mejorando. Véase el empleo joven cada vez más limitado para la generación con mayor formación y cualificaciones, véase en las cuestiones de salud, ya incipientes antes de la pandemia y que se han disparado tras una pandemia que ha afectado directamente a aquellas personas cuyo proyecto personal estaba en plena fase de desarrollo. Las universidades están llenas de jóvenes que sufren para llegar a fin de mes y encontrar un alquiler asequible, que siguen cierta inercia viendo como sus antecesores no encuentran un trabajo estable a pesar de tener un grado, tres másteres y dos doctorados. El nivel de la juventud y sus valores es se percibe en cualquier conversación con una persona joven, pero también, aquellos que hemos tenido la suerte de aprender en la participación juvenil, se percibe mucho menos liderazgo y activismo juvenil.

En Castilla-La Mancha, la Dirección General de Juventud se encuentra prácticamente desmantelada. Programas exitosos, que dieron a la luz figuras tan referentes como Rozalén, me refiero a Jóvenes Artistas, fueron liquidados y nunca más se supo. El programa de salud joven que en su momento era vertebrado a través de las oficinas de atención, información y asesoramiento nunca más se puso en marcha, quedando en varios folletos, por cierto, muy ricos en contenidos y bien editados. A nivel cultural no hay apoyo para los jóvenes, a nivel social escasean los programas que piensan en los jóvenes, a nivel económico, los fondos europeos o los planes de financiación e inversiones están cerrados a jóvenes que no tienen una empresa y que para darse de alta requieren de un colchón importante que difícilmente pueden conseguir. Y en Castilla-La Mancha, una preocupación central debería ser el joven del medio rural. Las acciones más importantes en este sentido las realiza la Consejería de Agricultura con los cursos de formación e incorporación de jóvenes a la empresa agraria. Es una herramienta fundamental para fijar población en el medio rural.

Y digo todo esto, porque he leído recientemente en el Portal Joven de la Junta que los jóvenes entre 14 y 30 años deben dar su opinión para las futuras políticas de juventud de Castilla-La Mancha. Recuerdo que las políticas de juventud cuando la actual portavoz del Gobierno dirigía el Instituto de la Juventud de Castilla-La Mancha realizó el último Plan Joven, donde la juventud era escuchada y disponía de iniciativas en prácticamente todas las consejerías del Gobierno Regional. Es evidente que si el Gobierno de Castilla-La Mancha y su Dirección de Juventud quieren planificar las políticas de juventud no solo necesitan la opinión de los jóvenes. Necesitan un fuerte liderazgo institucional de la persona al cargo de la dirección general, para impulsar las políticas desde otras consejerías, para que las políticas de empleo, las oportunidades europeas, las iniciativas para la creación joven o la atención a jóvenes que desean emigrar o retornar puedan ser efectivas. Fortalecer las organizaciones juveniles y recuperar un sistema de formación e información juvenil consistente, no se trata de una dirección general con más recursos, sino que los recursos regionales se pongan al servicio de la juventud, pues sin ellos Castilla-La Mancha no acabará de despegar.

Son los jóvenes quienes tienen que poner en marcha negocios en nuestros pueblos y son los jóvenes los que deben encontrar cauces para conocer y participar en la vida política, porque solo si las hacen suyas, las políticas serán efectivas, y es curioso que a menos de nueve meses de las elecciones se hable del futuro de las políticas de juventud. Esperemos que ese futuro no esté muy lejano, porque la juventud pasa rápido y es urgente actuar con medidas serias.


Santiago Arroyo Serrano. Doctor en Filosofía. Miembro de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla-La Mancha.

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